Población de origen medieval situada al sur de la provincia de Ávila, en el Valle del Tiétar. Su particular emplazamiento en la Ribera del Tiétar, a la vera de Gredos y al abrigo de los cierzos, en la depresión mas profunda de Castilla y León, hacen de Candeleda un lugar mágico. Mágico por sus parajes y arboledas, por sus gargantas, arroyos y manantiales, por los picachos y roquedales de la sierra y por sus tradiciones.
Ríos y gargantas de los que puede vanagloriarse Candeleda, son bellas y caudalosas, a veces bravas como las gargantas 'Santa María' que transcurre por el casco urbano dejando a su paso, diferentes piscinas naturales a diferentes alturas o 'Chilla', de aguas puras y cristalinas en las que saciar la sed, regar los campos o solazarse en sus charcos.
Ríos como el Tiétar tratado de apaciguar en su loca carrera con el Embalse de Rosarito. Gargantas bravas que arrancan de las altas cumbres rajando y dando forma a las moles graníticas del macizo central gredense. Arroyos y regatos que atraviesan robledales, castañares, olivares, higuerales y que brindan alimento para el tabaco, el pimiento, el limonero y el naranjo.
No menos impresionante es su centro histórico calles y lugares que constituyeron el núcleo primigenio alrederor del cual fue creciendo y desarrollándose la Villa de Candeleda, titulo que le fue otorgado en el año 1393 por el rey Enrique III de Castilla.
Espacio presidido por el Ayuntamiento que al igual que el resto de la plaza, contó antiguamente con soportales sostenidos por columnas de granito y cuyo rastro encontramos hoy día en el interior de algunas de las casas y en la entrada de un bar contiguo a la Casa Consistorial.
En dicha plaza está ubicada una de las casas entramadas más bellas y mejor conservadas que podamos encontrar: La Casa de las Flores, un museo en si misma. En su interior alberga el Museo del Juguete de Hojalata, espacio cultural en el que podremos contemplar una tienda de juguetes de hojalata de todo el mundo.
Debe su nombre a la fortaleza de los Condes de Miranda que durante siglos ocupó el lugar que desde el año 1930 ocupa la actual glorieta de la palmeras y alrededores, ha sido remodelada recientemente para transformarla en un espacio de ocio y esparcimiento en el que, llegada la primavera y hasta el principio del otoño, se instalan terrazas veraniegas en las que candeledanos y visitantes disfrutan del frescor del atardecer mientras gozan contemplando la Sierra de Gredos a la luz de la luna.
La Plaza del Castillo, forma parte, junto con la Plaza Mayor, de los espacios en que se llevan a cabo las actuaciones musicales que se programan durante el verano con ocasión de las ferias y fiestas y en las que como colofón de las mismas se corren los populares Toros de Fuego.